¡Muy buenas!
Es habitual denominar la iglesia como la casa de Dios, su templo. A ella acudimos para alabar y adorar a Dios. ¡Qué bueno y cuánto se echó de menos en esos tiempos! Pero esto no implica que nuestra alabanza y adoración deban limitarse a asistir a un local. La alabanza y adoración a Dios no han de ser patrimonio ni de un espacio físico concreto ni de un día concreto de la semana.
1 Corintios 3:16-17 recoge “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyera el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”. Somos templo y como tal, a través de nuestras vidas, acciones y pensamientos podemos y debemos alabar y adorar a Dios.
Leí en un libro titulado ¿Qué paso con la Adoración?, de A. W. Tozer, que “si no logramos adorar a Dios en medio de todas las actividades el lunes, muy probablemente tampoco le hayamos adorado el domingo en la iglesia”. Me hizo pensar en si estaba ofreciendo la verdadera adoración que Dios reclama…
Dios desea estar en su santo templo que, como hemos leído, eres tú y soy yo. Dios quiere nuestro amor, y nuestra adoración puede y debe ofrecerse sea el día que sea y sea cual sea la actividad en la que estemos ocupados.
¡¡Que hoy sea un día dedicado a Él!! 💪 💪
¿Cómo estás adorando a Dios a través de tus estudios, tu tiempo libre o tu trabajo?
1 Corintios 3:16-17
Adaptado del whatsapp del 2 de septiembre de 2020.